A pesar de haberlo descubierto solo unos cuantos días después, la ciudad en la que escribí “Algo no parece andar del todo bien” no fue nunca muy distinta de aquella otra en la que, según Cortázar, ya no se sabía demasiado de qué lado estaba el miedo (“Graffiti”). El poema creció luego con la complicidad de Alberto García-Teresa y de Cristina Alonso Muñoz. También nació para Álvaro Tejero (in memoriam) y para los compañeros/as de La Marabunta en Lavapiés.