en El País; "Babelia", 1 de junio de 2013
Porción
del enemigo de Enrique Falcón (Valencia, 1968) constituye el
último eslabón de la Trilogía de las Sombras, un ciclo
integrado también por Amonal (2005) y Taberna roja
(2008). En este proyecto, que ha crecido en paralelo al “libro de
libros” La marcha de 150.000.000, la voz coral se fragmenta
en ecos, esquirlas o porciones de un mundo fracturado. Con todo, el
compromiso ideológico y la actitud de resistencia se sustentan en
unos modelos comunes: la poesía impura de Neruda, los versos humanos
de César Vallejo y la invocación profética de León Felipe, pero
también el torrente cordial de Walt Whitman o la indignación cívica
de Kenneth Rexroth. Estas redes literarias funcionan como las
conexiones neuronales de una escritura que traza sus fronteras en un
espacio híbrido, a medio camino entre la crónica prosaica y el
lirismo trémulo, la gramática de urgencia y el parpadeo de la web,
la plegaria expansiva y la consigna precisa.
Falcón
despliega una estructura textual donde las composiciones dialogan
entre sí o funcionan como piezas de un puzzle en construcción. La
apropiación y el collage convierten el libro en una máquina
generadora de sentidos, no muy lejos del cadáver exquisito o del
ready made. En estas páginas encontramos noticias
periodísticas, eslóganes fulminantes o cuestionarios laborales que
el autor reproduce con aparente afán objetivista. En otras
ocasiones, su intervención resulta explícita: así ocurre en la
glosa irónica del 'Salmo 23' (“El Señor es mi pastor, nada me
falta. / Por senderos tranquilos me conduce a la oficina”), o en
'Rating2.doc', que se sirve de la técnica del archivo electrónico
encontrado.
Frente
a un sistema social caracterizado por la omisión
significativa –como
expone gráficamente el 'Poema con agujero' que abre un hueco en
medio de la estrofa–,
Porción del enemigo
eleva un aullido existencial cargado de imágenes expresionistas
y metáforas tentaculares. La denuncia de la explotación económica,
el lamento ante la violencia fratricida o la revisión del tema de
España conducen a una ética y una estética de la insubordinación.
“A dos metros del apocalipsis”, la palabra inflamable de Falcón
no solo logra evitar casi siempre la combustión espontánea, sino
que alumbra una poética que vive en permanente estado de excepción.
Luis
Bagué Quílez